JOSÉ MARÍA DÍEZ


SIGAMOS HABLANDO
Grafito sobre papel, 12 x 16 cm

 

SIGAMOS HABLANDO

Durante miles de años
la humanidad vivió como los animales.
Entonces algo sucedió
que desató el poder de nuestra imaginación:
aprendimos a hablar.

(Stephen Hawkin)

Estas palabras de Stephen Hawking suenan, robotizadas, al inicio de “Keep talking”, un tema musical del álbum “The división Bell”, de Pink Floyd. Hay mucha hermosura en la breve cita de Hawkins, y si ahondamos un poco en los pareceres de algunos etnógrafos, concluimos que el canto y el habla han fluido paralelamente desde un proto-lenguaje que mezcló la música con la locución.

Existe otra forma de hablar que siempre me ha cautivado: las señales de humo. En filología, el emisor lanza una señal que es recogida e interpretada por el receptor de manera instantánea. Del mismo modo, las señales codificadas emitidas a través de columnas de humo han supuesto para el ser humano todo un ejercicio de comunicación que se pierde en el tiempo. Tan importante ha sido este medio que supuso la base para el desarrollo de la telegrafía óptica, por ejemplo; o de ese objeto tan cotidiano llamado semáforo.

Desde muy pequeño me atrajo el humo de las fogatas que hacíamos en el campo muchos fines de semana para hacer la comida, Quizá por eso estoy un poco enganchado a esa estética, también reforzada por las intrigantes señales de humo que salían de las montañas donde los indios de Norteamérica hacían lo imposible para subsistir en las películas que veíamos en el cine.

Sé que suena a tópico, a pura adolescencia (al menos, de la mía, que ya hace de eso un poco más de cuarenta años), pero el ser humano, o habla y se comunica para entenderse, o seguirá en este bucle incierto de llegar siempre al borde de un abismo posible. Por eso, sigamos hablando, por favor.

 

 

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